Mekate Públiko

Estudio de creación publicitaria, mercadotecnia y producción audio visual.

viernes, 4 de abril de 2008

Por Ana Aquino



Hablar de la Maldita Vecindad es hablar de una leyenda del rock mexicano, una leyenda que después de muchos años por fin visitó Chiapas. Rocco (vocalista), Sax, Aldo y el Pato estuvieron en la capital del estado para brindarnos una noche de buena música, en donde se reunieron por lo menos dos mil personas ansiosas de ver a uno de los grupos de rock más representativos de la década de los 80, sus éxitos resonaron este 14 de marzo en el estacionamiento norte del Estadio “Víctor Manuel Reyna”-
El tiempo ha pasado sin hacer estragos en los integrantes de la Maldita Vecindad, su energía, su entrega, su desenvolvimiento en el escenario son como siempre, un show que hacía falta en esta ciudad; la gente recibió a la agrupación como sólo los chiapanecos sabemos hacerlo, el calor humano no se hizo esperar, los intérpretes de “Pachuco” no habían subido al escenario y el público ya estaba extasiado con la sola idea de tenerlos por primera vez tan cerca, al unísono gritaban que el espectáculo diera comienzo.
Rocco se encargó de poner el ambiente y no fue difícil, los asistentes participaron en todo momento y era tal la conexión que juntos, músicos y fanáticos en un ritual de paz dejaron salir las malas vibraciones, la noche se convirtió en una convivencia entre amigos. Jóvenes de todas las edades cantaron y bailaron al ritmo de “Solin”, “Poco de sangre”, ”Morenaza”, “Pata de perro”, “Don Palabras”, por supuesto el tan esperado “Pachuco”, entre otras, y para finalizar “Kumbala”.
Los roqueros se fueron contentos, satisfechos y agradecidos con el recibimiento del público chiapaneco y con Mekate Públiko -empresa organizadora del evento-, esperan volver pronto para promocionar su nuevo material; la recomendación es para las nuevas generaciones, aquellos jóvenes que aún no saben quiénes son la Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, ojalá dejen a un lado el regueton y la música comercial, ojalá uno de estos días aprecien el buen rock nacional.

Por Oscar Aquino




Puro rock, puro ska, pura gozadera. La Maldita Vecindad en Tuxtla
La Maldita: crónica
El Chivo
NOTICIAS

Es la primera vez que el tráfico me ayuda en Tuxtla. Pensé que llegaría tarde al concierto de la Maldita Vecindad porque dos o tres impertinentes con licencia de manejo se atravesaron en el camino, pero sucede también que la camioneta donde venían los del grupo se atrasó.
Así que llegué pasado de las 20:30, entré, los de seguridad antes de pegarme una manoseada indeseable, me dieron el acceso con un gesto de amabilidad, en el mismo momento en que la expectación de la banda cambiaba de color.
La Maldita no estaba, pero llegó enseguida, se metieron al camerino, se tomaron algo y después a rockear. Solim nos dijo buenas noches, yo me quedé al margen de la bandota que brincaba frente al escenario, mientras Rocco empezaba a cantar.
“Jamás pudo encontrar trabajo más formal: machetero y vendedor de amor, pero la justicia le cayó”. En una nota, el cantante abrió su boca de tal manera que la noche completa cupo en ella, era como ver bailar a 4 mil camaradas en la boca de la Maldita.
Me encontré a uno de esos entrañables amigos que siempre van a los toquines; acabó la primera rola y fue el momento de ir por una chela. El puesto de venta estaba rotundo y casi inaccesible, pero armamos una Sol, de las que no me gustan.
Para entonces la cosa ya empezaba a cambiar de intensidad, tan larga la noche y tan corto el espacio para contarla. De pronto, ya en la prendidez, apareció el primer desconectado, un tipo sin playera, con un pantalón como los que usan los skaters, irrumpió el baile y se fue a una cisterna a vomitar.
La Sol se acabó, así que fuimos por recarga, ahí, como si fuera una manga de la noche, apareció el querido Felipe Pinto, hizo una broma, a un costado mío, antes de que lo viera; cuando volteé era mi amigo, un abrazo, un par de comentarios acerca de nuestros hijos y a seguir.
Para entonces Rocco ya tenía en la mano a toda la banda, prende el chavo. Vi, a lo lejos, a mi cuñado, el que organizó todo, estaba trompudo, válgase la redundancia, los nervios hicieron presa de él, aunque ya ha traído eventos chidos, como el tributo a Pink Floyd en el 2005.
Me acuerdo que hace años Paco comenzó con su proyecto del Mekate Público y gracias a eso he tenido la fortuna de entrevistar a figuras como Carlos Monsiváis. Pero este fue el momento cúspide en esa carrera que corre el paquito. Se cagaba el negro.
El concierto siguió, el olor a mota se hacía presente por momentos, los de la Cruz Roja escudriñaban a la masa, mientras todo transcurría en calma. Se atravesaron cuates de la primaria y amigos de toda la vida, todos gozando, con Moy, Paco y los Wiquicawas tocamos “Ya lo pasado, pasado” y yo disque cantaba. Gratos recuerdos.
Al regresar de mis memorias, el concierto estaba en tiempo y forma, siguió el rock hasta que cantaron kumbala, con eso nos dijeron adiós, para nosotros entre comillas, porque después nos fuimos al after. Vaya after.
Tratamos de apoyar al paquito en lo que se pudiera, hasta que solito se despachó, me dejó en la casa, para que empezara a contar todo esto, pero yo me fui a otro lado, a buscar a alguien, a quien encontré por casualidad. Esa noche se volvió día, con el ser desquebrajado me puse a contar esta historia real.

Estuvo bueno el toquín, lástima de los chamaquitos de Alebrije que se sienten más estrellas que la propia Maldita; hicieron su desmadre, arrojaron botellas y todavía se pusieron románticos los imbéciles.
Espero que para cuando Paco lea esto ya esté más tranquilo y que las cosas hayan salido bien, en mi juicio, si tuviera que poner una calificación sería un nueve, porque el 10 es incierto y el ocho sería cruel.
Espero también que no pase tanto tiempo para que mi ñix se traiga otro concierto de esta categoría. Felicidades.

martes, 25 de marzo de 2008